Xavier de Maistre, escribe su Viaje alrededor de mi habitación en 1794.
…dignaos acompañarme en mi viaje; marcharemos a cortas jornadas, riéndonos a lo largo del camino de los viajeros que han visto Roma y París; ningún obstáculo podrá detenernos; y abandonándonos alegremente a nuestra imaginación, la seguiremos por todas partes adonde le plazca llevarnos. ¡Hay tantas personas curiosas en el mundo!
(…) Ninguno hay más atrayente, a mi ver, que seguir la pista de las ideas, como el cazador sigue los rastros de la caza, sin la afectación de perseguir ninguna senda. Así, cuando viajo por mi cuarto, rara vez recorro una línea recta: voy desde la mesa hacia un cuadro colocado en un rincón; desde allí me dirijo oblicuamente para ir a la puerta; pero aunque al partir, mi intención era seguramente la de ir allí, si encuentro mi butaca en el camino, no me ando con remilgos y me siento cómodamente en seguida. Es un mueble excelente una butaca; es, sobre todo, útil para todo hombre meditativo.
Tan solo nos separan 220 años, presente continuo. Sale el sol y recorro 16 kms para buscar una tarta de queso riquísima que comimos en un chiringuito de Selorio hace un par de años, misión fallida.