El desierto de Atacama y el primer diccionario enciclopédico de lengua inglesa. Las salitreras de Tarapacá en los álbumes de fotografías de Louis Boudat (1889) que muestran el desierto como un espacio infinito y a la fotografía como lugar en el que capturar o recapturar la tierra. Son los mundos que presentan Louise Purbrick y Xavier Ribas. Estas topografías del residuo nos hablan de comunidades desaparecidas, de la fuerza de los trabajadores y la lucha obrera, «extras» que miran a la cámara como una propiedad más del capital y que presagian las desigualdades del orden geopolítico global. Nos despedimos así de las jornadas de estudio de la imagen 2014.
democracia


309,66
Sol está literalmente tomada, si, «el mieu cambió de bando». Tanta policía siempre es una señal de debilidad y me parece haber llegado ya a las calles de Atenas sino fuera por el retrato inenarrable de los futuros reyes. Por lo demás la mañana trajo el final del curso de tres días que estuve haciendo en el contexto QPUC con la pareja de «artistas gemelos» Deufert&Plischke y su propuesta de «Pasar el tiempo» en la que reflexionaban sobre el valor del disenso como espacio posible y generador de conocimiento. Muchas resonancias, muchos in between.

178,04
Hoy no he podido avanzar ni un metro. Así que supongo que llevo 24 horas en este descampado, de la nacional 211, en Castilla la Mancha, concretamente en Anguita. Desde aquí-allí, en terreno baldío resuenan las palabras de todos los que escribieron a Losdosmilesadestajo, las reflexiones del pasado-presente que habitamos, compartidas en una plaza pública y secreta: gracias María, Rafa, Ale y demás congregadas, por el eco de las palabras, por los afectos que nos recorren al compartirlas.

120,54
Parece que he entrado en un bucle Coetzee: todo parece estar relacionado con este proyecto. Salomé decía que estábamos siendo testigos de una «segunda transición» (que nos viene doblada) y C. en Diario de un mal año sugiere lo siguiente: «En los tiempos de los reyes, se le decía al súbdito: Eras súbdito del rey A, ahora el rey A ha muerto y he aquí que eres súbdito del rey B. Llegó la democracia y, por primera vez, se le dio al súbdito una alternativa: ¿Quieres (colectivamente) que te gobierne el ciudadano A o el ciudadano B?
Al súbdito se le presenta siempre el hecho consumado: en el primer caso el hecho de su condición de súbdito; en el segundo, el hecho de la alternativa. La forma de la alternativa no se puede discutir. La papeleta de votación no dice: ¿Quieres A, a B, o a ninguno de los dos? Ciertamente nunca dice: ¿Quieres a A, a B, o a nadie en absoluto? El ciudadano que expresa su insatisfacción con la forma de la alternativa ofrecida por los únicos medios de que dispone, absteniéndose o bien invalidando su papeleta de votación, sencillamente no cuenta, es decir, no se le tiene en cuenta, se le ignora.»