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Final del mundial: este año la peña autoConstituida se diluyó y le agradecimos el gesto republicano que la Selección tuvo ante el golpe de mando del nuevo y autoProclamado monarca de los españoles. El deporte como eclosión… no podemos tomarlo como un cruce entre el capitalismo más salvaje y las políticas latinoamericanas que intentan posibilidades más allá de los buitres del Fondo Monetario Internacional. Seguimos siendo poblaciones rehén, sudacas-euracas, unas PIIGS de cuidado. Un balón que se pone en juego y que pondrá a vibrar a miles de personas, como ese peregrinaje que hacía Tati Benítez, en la película de mi querido Carlos Sorín Camino San Diego. Tati es un humilde trabajador de la madera en paro, que vive en una pequeña población rural en la norteña provincia de Misiones y es admirador de Maradona. Un día encuentra en la selva una gran raíz de timbó, que a sus ojos reproduce la imagen de su ídolo, cuando Tati se entera de la enfermedad de Maradona, decide peregrinar hacia la lejana Buenos Aires, para entregarle su precioso tesoro y ayudar en su recuperación. Pero en el viaje tienen lugar muchas más experiencias: autoConvocados.