Estoy en modo vaca activado, lo único que logro hacer es rumiar sobre la emancipación y si este año nuevo que estreno hoy, traerá la superación de la pereza. Rumiar a Rancière (El maestro ignorante, 1987): «Bastaría con aprender a ser hombres iguales en una sociedad desigual. Esto es lo que quiere decir emanciparse” escribió. “La pasión por la desigualdad es el vértigo de la igualdad, la pereza ante la tarea infinita que ésta exige, el miedo ante lo que un ser razonable se debe a sí mismo. Es más fácil compararse, establecer el intercambio social como ese trueque de gloria y de menosprecio donde cada uno recibe una superioridad como contrapartida de la inferioridad que confiesa. Así la igualdad de los seres razonables vacila en la desigualdad social”. Y a partir de aquí decenas de preguntas: ¿qué se debe a sí mismo un ser razonable? ¿qué trajes de los que nos ponemos los confeccionaron otros y creímos elegirlos? ¿cuánto sentido tiene construir como hormigas, con tanto esfuerzo? ¿qué implica no entender las distancias (madrid-asturias-berlín) y los tiempos (hoy, mañana, después, el miércoles) para una niña de dos años y qué es lo que entendemos nosotros? ¿si lo importante está en el proceso, sin esperar compensaciones, terminaríamos con las pequeñas frustraciones? ¿cómo podemos convivir simultáneamente con los duelos cíclicos que nos habitan y el entusiasmo por el agua, la arena, el sol, la vida? Gracias a todos por los bonitos augurios.
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